También
en esta ciudad andan muchos ladrones, que,
siendo de noche, capean.
Pasemos como podamos, y
mañana, venido el día, Dios hará merced; porque
yo,
por estar solo, no estoy proveído, antes he comido
estos días por
allá fuera. Mas agora hacerlo hemos
de otra manera.
-Señor, de mí -dije yo- ninguna pena tenga vuestra merced,
que bien sé pasar una noche y aún más, si es menester,
sin comer.
-Vivirás más y más sano -me respondió-, porque,
como decíamos hoy, no hay tal cosa en el mundo para
vivir mucho que comer poco.
«Si por esa vía es -dije entre mí-, nunca yo moriré,
que siempre he
guardado esa regla por fuerza, y aún
espero, en mi desdicha, tenerla
toda mi vida».
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